Desde hace algunos años las empresas hablan de sostenibilidad, un concepto que, tanto antes como ahora, se sigue percibiendo como una promesa a futuro. Hoy esa narrativa cobra mucho más sentido, porque la sostenibilidad ha dejado de ser un complemento: es un pilar clave para darle coherencia a la estrategia corporativa.

Después de muchos acercamientos a los conceptos que distintas industrias manejan sobre sostenibilidad —y tras asistir al #CongresoAsocajas— puedo afirmar que, desde lo comunicacional, lo más interesante es constatar que estamos en un momento donde la sostenibilidad se convierte en una de las dimensiones más fuertes para gestionar la reputación.

En un entorno hiperconectado, las marcas se ven obligadas a rendir cuentas, no solo ante el mercado, sino ante una opinión pública cada vez más informada, crítica y sensible. ¿Dónde y cómo se producen los bienes? ¿Cómo se trata a las personas? ¿Se mantiene relación con el entorno? Las respuestas a estas preguntas ya no se ven en los informes anuales de gestión: ahora viven en titulares, hashtags, reels, tweets y podcasts.

Para gestionar la reputación y apalancarse realmente en la sostenibilidad, hay que dimensionar bien lo que implica: coherencia entre lo que se hace y lo que se dice, contribuciones reales al bienestar interno y externo, transparencia en los procesos y una gestión responsable que se vea reflejada en cada decisión. 

Las empresas que están liderando esta conversación son las que comunican desde un lugar auténtico, contextual y accionable. No se trata solo de tener políticas sostenibles, certificaciones o premios: se trata de conectar propósito con tracción social, de convertir cada acción sostenible en una historia que eduque, movilice y deje huella.Desde Grupo Factorial Comunicaciones, lo vivimos de cerca: la sostenibilidad es hoy una de las palancas más poderosas para construir reputación positiva y también una de las más sensibles. Por eso, requiere estrategia, escucha, creatividad y sobre todo transparencia.